“Hay un día en la vida en la vida de todos que decide un destino. En ese día se abre una puerta y se cierran todas las otras. A veces es una desgracia o un dolor, en otras un encuentro, una alegría. Después nos volvemos “distintos” y ya no seremos los de antes.”
Fanny Bernal O. – Libro los asuntos pendientes
¿Hay algo contigo mismo que aún no has cerrado? ¿Qué ha pasado con aquel instrumento que compraste para aprender, o aquella suscripción al gimnasio, esa bicicleta en tu cuarto para hacer ejercicio o aquél libro que te había entusiasmado? ¿Cuál asunto con tu salud has venido dilatando? ¿Cuáles de tus sueños y proyectos están a medio camino o aún no has emprendido y siempre existen las mejores justificaciones (todas reales), para que no tengan feliz término?
En tus relaciones ¿qué o a quién aún falta perdonar o tener la valentía de pedir perdón o reconocer que la heriste o cometiste una falta seria? ¿Con qué personas de tu historia familiar valdría la pena reconciliarte? Con personas importantes en tu vida, ¿qué palabras o mensajes quedaron en la garganta y no permitiste que salieran por orgullo, temor, distracción, inmadurez o lo que fuera?
¿Qué deuda económica está aún por cancelar? ¿De cuáles cosas has preferido olvidarte o hacer a un lado porque te producen ansiedad o inquietud y es mejor dejar que pasen? ¿Qué llamada hace falta para decirle algo importante a alguien y que podría ser muy importante para esa persona? ¿Qué conversación es clave sostener con tu jefe o compañero y de solo pensarlo te produce sensaciones displacenteras?
Estos son algunos asuntos pendientes que nos roban energía, nos desconcentran, inquietan, duelen o generan una sensación de vacío, que pueden muchos de ellos obstaculizar nuestro camino con nuestro desarrollo personal, profesional y espiritual.
Alguna vez leí en un libro sobre Budismo Zen para Occidentales una frase tan sencilla y contundente, que me ronda de manera permanente y dice: “el problema es que crees que tienes tiempo”. Esta sencilla sentencia permite acercarnos al concepto de finitud, que no somos eternos y que es aquí y ahora cuando podemos resolver lo pendiente: el pasado dejó de existir, no puedo cambiarlo, pero si puedo cambiar mi relación con él, cuando perdono, por ejemplo, el pasado cobra otro sentido. De igual manera el futuro no ha llegado, por lo tanto aún no puedo controlarlo, lo único que me queda es el momento presente, aquí y ahora, para actuar y resolver lo que hay pendiente, así el futuro se configurará de una manera diferente.
El cerebro tiende a completar lo incompleto y los seres humanos necesitamos hacer cierres para afrontar de manera liviana la vida. Existen cargas que hay que dejar o entregar porque no nos corresponden; existen fantasmas que debemos confrontar de una vez por todas para que dejen de perseguirnos; hay recuerdos, personas, eventos y experiencias que por nuestro bienestar debemos soltar, para poder fluir y disfrutar; tenemos situaciones sobre las cuales hay que decidir con firmeza (así sean dolorosas) porque definen nuestro futuro y parte de nuestra felicidad; Contamos con aspectos personales y de nuestra realidad que debemos aceptar (no conformarnos) y dejar de pelear, resistir o quejarnos, que nos impiden avanzar o vivir la vida tal como es y no como creemos que debe ser.
¿Cómo entonces asumir más el presente y resolver lo pendiente? He aquí algunos ejemplos:
– Observe su lenguaje: está centrado en lo que falta o en lo que hay.
– Su atención está orientada la mayor parte del día más en el pasado, el presente o el futuro. Recuerde, su energía está, donde está su atención.
– Identifique sus hábitos: qué tanta iniciativa y acabativa (terminar lo que empieza), le imprime a sus asuntos.
– Tome consciencia sobre la manera en que gestiona sus relaciones, ¿qué tan claras son? ¿Cómo es la expresión de sus pensamientos y sentimientos en ellas? ¿Permite que otros lleven la iniciativa o definan las cosas?
– Determine si en sus temas personales asume un papel más de espectador o de protagonista.
Por último, recuerde lo que alguna vez escribió Gandhi:
“Cuando naciste, llorabas mientras el mundo se regocijaba. Vive la Vida de manera que cuando mueras el mundo llore mientras tu te regocijas”.
Por: HENRY SALAZAR HENAO
Consultoría Humana
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