La confianza es un factor que puede determinar el éxito de las relaciones en cualquier contexto; laboral, de pareja, amistades, y por supuesto, con los hijos. Sin embargo, esta confianza no se da de un día para otro, ni aparece mágicamente. Por el contrario, se construye y se trabaja a través de acciones del día a día. Estas son algunas claves sencillas que puedes empezar a revisar:
Estar presente
El principal factor y el más importante de todos es la presencia plena, es decir, estar con el cuerpo, la mente y el corazón en los momentos que compartimos con nuestros hijos. De poco sirve cruzar unas palabras a la hora de la comida con el celular en mano y con la mente en otro lugar. Te invito a que bien sean 15 minutos o sean 3 horas, intenta que en el tiempo que estés con tu hijo, realmente estés ahí. Míralo a los ojos, escúchalo, hazle preguntas, cuéntale sobre tu día, comparte y aprovecha la posibilidad de estar juntos.
Intenta desarrollar empatía
Es probable que en varias ocasiones no estemos de acuerdo en la forma en como actúan o piensan nuestros hijos, y eso está bien. De hecho, habiendo recorrido un camino bastante más largo que ellos, seguramente tendremos una visión más acertada de las situaciones. Sin embargo, la clave en este punto es intentar “sintonizar” con la experiencia de ellos. Esto quiere decir que antes de juzgar una situación, debemos intentar comprender qué está sintiendo, cómo está viviendo y porqué se siente o actúa de cierta forma.
Abre la comunicación
Si logramos desarrollar el anterior punto, la comunicación será mucho más sencilla, en tanto nuestros hijos no cerrarán la puerta de entrada, sino que probablemente estarán más dispuestos y cómodos para hablar. Invítalos a hablar, a tomarse un café, pregúntales sobre sus sueños, miedos, preocupaciones y muéstrales que contigo pueden tener una conversación. Te invito a que construyas un hogar en el que se puede hablar y sentir libremente (siempre desde el respeto).
Propón espacios o actividades
Como en cualquier otra relación, las actividades salidas de la rutina son una gran oportunidad para compartir y divertirse. Por ejemplo, un jueves tradicional por la noche en el que cada uno está en su habitación, puede convertirse en una noche especial de juegos. Invita a tus hijos a jugar un juego de mesa, mímica, ver una película, o cocinar juntos.
No des nada por sentado
El tiempo no regresa, ni estaremos en esta vida por siempre. No des por sentada la posibilidad de que ambos puedan hoy compartir juntos, ni que por solo el hecho de ser familia ya tienen una relación de confianza y amor. Pregúntate hoy ¿Qué estoy necesitando de mis hijos y que necesitan de ellos de mí? ¿Qué tipo de relación quiero y qué más puedo hacer para lograrla?
Por último, disfruta, agradece y aprovecha la gran fortuna de ser padre o madre.
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