La Capacidad de Alegrarse

“En la tradición zen se enseña a los estudiantes a inclinarse tanto ante los demás como ante los objetos corrientes como muestra de respeto. Se les enseña a cuidar igual de bien de las escobas y del cuarto de baño como de las plantas para mostrar su gratitud hacia esos objetos. Ver a Trungpa Rimpoché una mañana poner la mesa para desayunar fue como contemplar a alguien haciendo un arreglo floral o creando un decorado. Puso tanto cuidado y placer en arreglar cada detalle, en colocar los manteles individuales y las servilletas, los tenedores, los cuchillos y las cucharas, los platos y las tazas de café, ¡que tardó varias horas en poner la mesa! Desde entonces, aunque sólo tenga unos minutos, valoro el ritual de poner la mesa como una oportunidad para estar presente y alegrarme.
Alegrarse de las pequeñas cosas no es ser un sentimental o poco original, en realidad requiere ser intrépido. Cada vez que dejamos de quejarnos y permitimos que la buena suerte de la vida cotidiana nos inspire, entramos en el mundo del guerrero. Podemos hacerlo incluso en los momentos más difíciles. Todo cuanto vemos, oímos, saboreamos y olemos tiene el poder de fortalecernos e inspirarnos.”
Pema Chödrön, “Los lugares que te asustan”. 2001

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